viernes, 23 de octubre de 2009

Cielos y síntesis



Los participantes del primer curso de profundización en periodismo científico que se dicta en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), organizado por Escuela de Ciencias de la Información y el Programa Córdoba Piensa del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Córdoba, tuvieron el privilegio de presenciar una mesa redonda titulada:“¿Y el cielo a quien le importa?”.
Si bien días después hubo también oportunidad de escuchar la presentación de Santiago Paolantonio quién desde un enfoque histórico se ocupó de recuperar el valor de las “Fotografías Cordobesas” del Observatorio de Córdoba -un catálogo estelar olvidado por los historia oficial de la fotografía astronómica, editado en 1897- y la vida de pioneros como Benjamin Gould -fotógrafo sistemático que “inventarió” once mil estrellas del cielo del hemisferio sur-, esta mesa redonda fue mas bien un ejercicio de aproximación a la astronomía como fuente de noticias científicas.

Participaron los astrónomos Guillermo Goldes, director del Programa de Divulgación Científica y Cultura de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (Famaf- UNC), Hernán Muriel, investigador del Conicet, presidente de la Asociación Argentina de Astronomía, Yamila Abud, productora televisiva (UNC) y Leonardo Moledo, editor del suplemento Futuro de Página/12. A continuación la deconstrucción a manera de síntesis -de que otra forma sino- de lo destacado de esa discusión moderada por Lucas Viano, periodista científico del diario La Voz del Interior.
¿Para qué hacer comunicación pública de la astronomía? Goldes abrió el fuego: “los temas astronómicos despiertan interés, porque existe la idea de que los astrónomos están cerca del funcionamiento del universo, cerca de las grandes preguntas, resolviendo todos los días grandes enigmas, cosa que no es cierto.”

Entender algo de astronomía, enterarse de vez en cuando en qué andan los astrónomos, permite eso de salir de la anestesia de lo cotidiano, pensar que tenemos en nosotros materia de otros mundos. Que las mismas leyes que rigen en el universo, gobiernan la vida en nuestro planeta. Y viceversa.
Dando un salto (¿cuántico?) de los astros a otros quehaceres Goldes dijo que “la problemática de la difusión de la astronomía es similar a la de todas las ciencias naturales. A los científicos no nos han formado para la comunicación, no nos explican para qué sirve, sólo nos preparan para investigar. Por ello se da que son los astrónomos aficionados quienes en general la vienen divulgando acá y en otras partes del mundo. A veces la hacen bien, otras veces mal. Recién en la última década los astrónomos profesionales han comenzado a comunicar más.”
Hernán Muriel sabe que la humanidad representa una ínfima porción en el espacio y en el tiempo, un suspiro en la dorsal de la noche. Para él es imposible la reflexión existencial sobre la vida y el universo sin mirar el cielo. “Probablemente es una de las disciplinas con mayor impacto filosófico en la vida del ser humano -dijo- a partir de Copérnico, el sol es puesto en el centro del sistema solar y la tierra abandonando el centro de la creación. Fue un golpe duro y resistido. Luego descubrir que vivimos alrededor de una estrella como cualquier otra, en un lugar cualquiera dentro de nuestra galaxia, que nuestra galaxia vive en un lugar bien común dentro del universo. Y que en el universo hay millones y millones de galaxias”.
Y ensayando una justificación ante un hipotético burócrata que cabalga la máquina de impedir y resuelve el destino del financiamiento de las ciencias contó que “la astronomía es una gran desarrolladora de tecnología, que también impacta en el desarrollo económico. En el devenir de esta disciplina surgen a cada paso dificultades de observación que obligan a apelar a nuevas tecnologías”.
Muriel alertó sobre el impacto de la contaminación lumínica que ciega la Vía láctea a los ojos urbanos. “Cada vez percibimos menos del cielo debido fundamentalmente a que lo iluminamos, la atmosfera nos refleja esa luz, y ustedes -también en Córdoba- de noche pueden ver muy pocas estrellas”.
Yamila Abud dijo que desde un comienzo la sedujo la pasión de los astrónomos por su trabajo: “mi experiencia es desde el periodismo y creo que la clave está en saber mostrar la emotividad de la labor científica. Con esta lógica, he trabajado en dos documentales audiovisuales sobre astronomía que han sido sobre el sistema italo-argentino de satélites de la Conae para la gestión de emergencias. Y un trabajo que justamente involucra a Hernán Muriel, que es la posible instalación del telescopio más grande del mundo, que es de la ESO, de la Observatorio Europeo Austral, en la Puna”. También destacó la importancia de contar con espacios adecuados en la televisión para contar estas historias.





“La astronomía se hunde muy profundamente en la historia de la humanidad. Hubo sociedades sin escritura, pero no hubo sociedades sin astronomía, porque para cualquier sociedad era fundamental el ciclo de las estaciones Entonces se podía determinar cuando sembrar y cuando cosechar. Fiestas religiosas cómo la Navidad y la Pascua están relacionadas con eventos astronómicos.” comenzó Leonardo Moledo, “pero no obstante yo volvería a la pregunta de ¿para qué sirve la ciencia?...porque quiero decir la ciencia no sirve para nada. El conocimiento tiene valor en sí mismo.” En el planteo resonaba aquello de “el hombre tiende por naturaleza al saber” dicho por Aristóteles en su Metafísica.
Alguien del auditorio preguntó cómo hacer para llevar a la práctica una mejor comunicación científica, a lo que Moledo respondió y ejemplificó: “Sintetizar. La Ilíada es una semana en la guerra de Troya, no es toda la guerra. Ahí reside el mérito de esa obra universal. Cuando alguien cuenta lo que hace una estrella no cuenta todos los detalles. No hace falta contar todos los elementos y procesos que suceden ahí, no hace falta contar la estrella. El científico que estudia la estrella resume también, porque si no resumiera tendría que tener la estrella, y la estrella es muy grande, y hasta puede ser muy caliente”. Por supuesto en una hora y media, se conversó y se dijeron más cosas, pero para hacer esta nota la única manera era justamente esa,

sintetizar.